Poniendo en perspectiva la presente depresión

Se suele entender por recesión la acumulación de dos cuatrimestres seguidos de decrecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), aunque en el caso de Estados Unidos, es el Departamento Nacional de Investigación Económica (America´s National Bureau of Economic Research) el organismo encargado de determinar su comienzo, basándose en un riguroso análisis de un amplio número de indicadores económicos.

Sin embargo, no existe un criterio uniforme para diferenciar entre recesión y depresión.

Los estudiosos del tema siguen dos escuelas diferentes; la que atiende a su gravedad y la que atiende a su origen. Para los primeros, la recesión será depresión si el descenso PIB -en términos reales- es mayor del 10% o su extensión superior a los tres años. Recordemos que las recesiones cortas duran de seis a nueve meses; la recesión promedio, de 14 a 18 meses (si bien otros estos datos son controvertidos).

Para los partidarios del origen como causa, puede haber depresiones suaves, que no cumplan con esos criterios.

Para ellos la diferencia real está en el origen…

Las depresiones serían consecuencia de un estallido de burbujas especulativas de activos, que acarrearían una fuerte contracción del crédito y caída generalizada de precios (presente situación). El origen de las recesiones para ellos, sería casi siempre debido a una política monetaria excesivamente restrictiva, orquestada por los bancos centrales. La distinción, para estos estudiosos del tema, es importante, porque mientras las recesiones responden rápidamente a la suavización de la política monetaria, las depresiones, que afectan gravemente al sistema financiero en su conjunto, son mucho más difíciles de combatir, respondiendo preferentemente a fuertes estímulos fiscales en forma de paquetes de estímulo, que no debe trasladarse a cheques entregados (por ser ahorrado mayoritariamente), sino invertido en gastos en infraestructura, educación, salud, nuevas tecnologías y mejoras de los procesos productivos, para aumentar la productividad y competitividad de la economía, al tiempo que se reactiva la demanda agregada.

Durante la Gran Depresión del 1929 al 1934, el PIB descendió más del 68% y los precios descendieron de media más de un 25%. Cumplió pues con ambos criterios, si bien su profundización fue debida a que Herbert Hoover perdió mucho tiempo, aplicando además políticas contraindicadas. Sólo la entrada de Franklin D. Roosevelt y su política de mayor gasto público -New Deal- potenciaron la mejoría, si bien el gasto no fue suficiente y la subida posterior de impuestos impidió la recuperación total.

La mayor depresión de Estados Unidos tuvo una duración de 65 meses (del 1873 al 1879) y supuso el paso del modelo colonial al capitalista.

Dentro de la historia de Estados Unidos, además de las dos citadas, se pueden clasificar como severas las depresiones del año 1937-38, 1920-1921, 1907-08, 1893-94 y 1873-79, el resto (cerca de una docena)
han sido ligeras, incluyendo los periodos bélicos.

Está bien constatado que la actuación fiscal en (1948 y 1953) y monetaria 2001, fueron decisivas en atajar las crisis. Los estabilizadores automáticos han contribuido también a acortar la duración y profundidad de las crisis en tiempos recientes.

Los países emergentes, cuyas respuestas han venido generalmente impuestas por condiciones mucho más restrictivas (monedas débiles) e imposiciones draconianas del los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial) dificultando la aplicación de políticas contraciclicas, han sufrido recesiones y severas depresiones.

Rusia en el reciente periodo de 1989 a 1998 sufrió una caída del PIB superior al 46%, arrastrando a su principal socio comercial Finlandia, cuyo PIB descendió un 11% del 1990 a 1993.

En Latinoamérica, Argentina, durante la crisis del 1998 al 2002 vio mermado su PIB en un 20%.; Chile de 1981 a 1983 un 16% y Venezuela de 2001 al 2003 un 15%.

Los Países del Este vieron también muy mermado su PIB. Polonia del 1978 al 1982 en un 19%; Hungría del 1989 al 1993 en un 18%, y la República Checa del 1989 al 1992 un 15%.

Severa fue también la crisis del Sureste Asiático del 1997 al 1999, aunque de corta duración por ser local. Indonesia vio su PIB reducido en un 12%.

En un reciente estudio publicado por Carmen M. Reinhart (Universidad de Maryland) y Kenneth S. Rogoff (Universidad de Harvard) titulado “The Aftermath of Financial Crises” (consecuencias de las crisis financieras) presentado el pasado 3 de enero, a la American Economic Association, en San Francisco, se analizan un gran número de crisis financieras (recordemos, de las que desembocan usualmente en
depresión) entre las que se encuentran Noruega 1899; Argentina 2001; Hong Kong, 1997; Noruega , 1987; Suecia , 1991; Reino Unido, 2007; Estados Unidos, 2007; Japón, 1997; Finlandia, 1991; Estados Unidos,
1929; España, 1977; Tailandia, 1997; Islandia, 2007; Austria, 2008; S. Corea, 1997; Colombia , 1988; Filipinas, 1997; Hungría, 2008; España, 2008; Irlanda, 2007 y Malasia, 1997. El estudio representa un avance
sobre el ofrecido anteriormente, en que, aunque se contemplaba un total de 18 casos, sólo 5 constituían el núcleo para la extracción de los datos representativos: España 1977, Noruega 1987, Finlandia 1991, Suecia 1991 y Japón 1992.

Las conclusiones extraídas del estudio son:

– En las crisis de origen financiero, no existen grandes diferencias en las pautas de comportamiento entre los países emergentes y desarrollados con respecto a al sector inmobiliario, mercados bursátiles, desempleo, o deuda y rentas públicas (se verá después que esto debe ser matizado).

– Las crisis de origen financiero graves, son generalmente prolongadas y comparten las siguientes características:

Primero: La caída de los activos es profunda y prolongada. Los activos inmobiliarios pierden por término medio un 35,5% de su valor en un periodo de seis años.

Las acciones experimentan una corrección del 55,9% durante un periodo de tres años y medio.

Segundo: Las crisis bancarias ocasionan fuertes crecimientos del paro, que se incrementa en promedio un 7% durante el periodo de caída que se prolonga, por término medio, 4 años.

Tercero: La deuda gubernamental por término medio, sube un 86% como consecuencia de las crisis financieras. El incremento NO es consecuencia, de la ayuda al sector financiero, mediante inyecciones
de capital o asunción de obligaciones para rescatar al sector. La causa principal es el colapso en la recaudación de tasas impositivas debido a la contracción económica y al aumento del gasto por estabilizadores automáticos y políticas fiscales, tendentes a mitigar el parón de la economía.

Como dato curioso, se puede apreciar diferencias notables en las caídas de los activos inmobiliarios. Si bien la media es del 35,5%, hay países, como Filipinas, Hong Kong, Colombia o Finlandia, en cuyas crisis los precios cayeron entre el 50% y 60%. Choca también el hecho de que en la presente crisis los precios de la vivienda de Estados Unidos, han caído ya casi un 28% según el índice Case-Shiller, frente al 12% durante la Gran Depresión (es decir, ya han caído más del doble que entonces).

Excluyendo el caso japonés (17 años de bajada continuada) la duración de la caída de precios inmobiliarios es ligeramente superior a los 5 años.

Las acciones, bajan más (56% de promedio), pero su recuperación es más temprana (3,4 años). Los autores señalan el hecho preocupante de que durante la crisis actual, Islandia (91%) y Austria (68%) han experimentado caídas muy superiores a la media histórica.

Para los cálculos del paro y su duración, obviamente los datos de la crisis actual no se han tenido en cuenta. Conviene hacer notar que, sí bien la duración media de la caída es de 4,8 años, el caso japonés,
debería haber sido excluido, pues por la duración asignada (11 años) distorsiona el resultado, teniendo en cuenta que el paro en Japón sufrió un incremento del 2%, muy inferior al 7% de media. La crisis española del 1977 analizada, supuso un incremento del 11,6% y una duración de casi 7 años, cuando la media fue de 4,8 años.

La cifra media de caída del PIB ocasionada por las crisis financieras analizadas es del 9.3%, habiendo una clara diferencia entre los descensos del PIB de los países avanzados y los emergentes después de la Segunda Guerra mundial. Los autores lo achacan con acierto al parón del crédito, externo, pero debe ser también tenida en cuta, las recetas del FMI, que sólo ofrecía ayuda a cambio de medidas muy dañinas en situaciones de crisis. La media del ciclo de descenso es 1,9 años (mayor en cualquier caso que para las crisis no financieras, de duración media menor a un año).

Me he extendido mucho en mostrar los resultados de un análisis que en mí opinión no es todo lo completo y riguroso que merece el tema, porque a pesar de sus carencia, representa un serio intento en la dirección adecuada. Se pone sobre el tapete un conjunto de datos históricos que ayudan a mirar la crisis presente en perspectiva.

No sé si todo esto les interesará o les resultara aburrido, pero de todos modos creo que el esfuerzo de escribirlo, habrá merecido la pena, si tan solo un lector se toma la molestia de leerlo y recapacitar un poco en los problemas que conllevan las locuras de los pretendidos genios de las finanzas, dejados a su suerte especular, pera cumplir objetivos a toda costa, sin reparar en los peligros generados.

Porque se echa ahora la culpa a los Gobiernos, que tratan de extinguir el fuego, incrementando el gasto público para minimizar los daños, arguyendo que después habrá que pagar la deuda asumida, olvidando que
la deuda se asumió antes al permitir una especulación insensata, que llenó los bolsillos de unos pocos, a costa de cargar las consecuencias sobre los de siempre, los más desprotegidos, aquellos que sólo cuentan
con su trabajo para sobrevivir y alimentar sus familias y ahora verán peligrar su sustento.

Macrons analista macro de BolsaGeneral

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